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viernes, enero 12, 2007

A las cinco de la tarde ( Lorca)

Ahí estábamos los tres, ella sobre la cama y yo observándola como tantas noches en vela a la madre amada la que siempre amaré. Aquella noche llovía y tal vez eso fuera la advertencia de lo que aun estaba por llegar. Era un invierno frió, pero en los resquicios de aquella habitación del hospital aun se podía encontrar aquella calor y dulzor de una madre y un hijo amado.
En las puertas de la muerte sus oídos se afinaban y sus palabras ya hablaban de rendición, pero pese a ello sus pensares pasaban lejos de ella y cerca de los que en verdad amaba.
Salí de aquella sala de alivio y dolor, su medico se acerco y nos comento, cosa ya sabida y asumida por mi persona, la muerte andaba cerca y no aguantaría más aya de la caída de la luna. Mi padre destrozado comenzó a llorar y no se podía creer lo que sus oídos habían oído y ahora más abatido que la difunta acompañaba a las gotas del cielo con sus ojos, yo pequeño en años y sangre, acepte la muerte y mis ojos no derramaron lágrimas en el suelo estéril. Secos los ojos de mi padre entramos denuedo en la habitación de las pesadillas y ella nos arranco una sonrisa, su última sonrisa.
A la mañana siguiente sedada y drogada para no notar el dolor, abandonamos el hospital dejándola con familia no de sangre.
Comimos con el cansancio y la tristeza en nuestras caras, mi hermano acariciaba la oscura esperanza de la vida, suene el teléfono y una voz entre llantos nos informa la terrible noticia, de las cinco de la tarde.
Salgo junto a mi padre a toda prisa, al entrar en el hospital vemos a la familia traidora de sangre de mi madre, y al subir vemos como las caras de miseria y dolor se juntan frente a la habitación.

Mi padre entra primero, yo le sigo, el frío ya se a hecho dueño del cuerpo la envuelvo entre mis brazos queriéndole calentar para volverla a oír pero eso es imposible, mis oídos buscan el latir de su corazón desaparecido en el recuerdo de una mente que no puede recordar, aun así mis ojos no lloran y al levantar la vista ven como la luna y las estrellas han batido a la tormenta.

domingo, enero 07, 2007

El sueño:Una temporada en el infierno

Al cerrar los ojos y desaparecer de mis pupilas todos los resquicios de luz, presencie el infierno y una terrible fobia de no poder despertar nunca más de aquel lugar, como condenado con un alma maldita pasee entre llamas y demonios, los cuales consumían los espíritus de los hombres, devorándolas y destruyéndolas para la eternidad. Una escena terrorífica que mis ojos presenciaron como de en vida se tratara y de repente la oscuridad, el silencio absoluto se hizo preso de mí, en aquel lugar donde el mal nace el temor había llenado mi alma, buscando una salida en balde, esperando mi juicio, mis manos encadenadas junto a mis pies. Entonces se derritieron mis pupilas dejándome totalmente ciego y con el recuerdo de aquella imagen proyectada para siempre en mi mente. Desde entonces, entiendo porque el sueño y la oscuridad complace mi alma, siempre estado ciego en un infierno de bestias y hombres. Tal vez me consuma en este vil fuego con el goce eterno de crear en mi ciego mundo un cielo donde las enseñanzas de la que ahora descansa evaporan mis pecados, no hace falta decir que temo la vida y lo que me espera, pero cuando el fuego divino purifique mi alma corrompida por las necedades de la vida, al fin podré volver a dormir en el regazo de la que ahora duerme y alcanzar el eterno cielo de mi mente.