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viernes, noviembre 04, 2011

Sombra del pasado.

No hay mayor dolor en mi alma que sentirme feliz, pese al tiempo que entierra el recuerdo de aquella sombra, de aquella enfermedad llamada olvido. Nutrida como cada año a los pies del frió invierno, de las gotas heladas de lágrimas de ángeles, que me recuerdan a tu alegre paso quebrado y al silencio de aquel corazón hueco de vida.
No, ya no recuerdo ni tu voz, ni el latido de ese corazón siempre cansado por la lucha contra la enfermedad ,que desde pequeño me hacía sentirme protegido, ni el tacto de tu mano agarrando la mía, pese a todo aún tu dulce perfume impregna mi nariz, tal vez por un capricho de mi cerebro o tal vez tu buen espíritu jamás me abandono, y por supuesto jamás he dejado de quererte.

No obstante, repito que ya no hay tantas lágrimas en mis ojos porque desde mi sinceridad soy feliz, aunque aún me apenen los días de tu muerte, te preguntarás por qué y la respuesta no será más obvia, amor, el amor que a vuelto a realzar mi ennegrecido corazón, por una mujer que borra con su sonrisa cualquier semblante oscuro de mi rostro. 

Sé que sabes que no te olvido, que siempre habrá una palabra en mi boca que será tuya, porque cuando alzo la vista al cielo sólo puedo decir: Te quiero mamá.

domingo, octubre 16, 2011

El amor: Sombra y Luz

En la oscuridad del sepulcro donde la cruz marca el centro, un cementerio solitario adornado con guirnaldas donde descansa mi amor, donde duerme el vientre que me dio la vida entre polvo y telarañas, donde un día mis pasos desembocarán en el mar de almas que aprendieron a amar la eternidad del recuerdo.

No me causa temor divisar el cielo con nuevas esperanzas de que aquel descanso eterno donde los predicadores narran el amor de Dios exista realmente, un lugar donde el más alabado ángel de mi vida me espere aunque con la mayor tardanza del mundo, con ganas y anhelo de su brazos, pero con la fe cierta de una muerte lejana de esta mí vida.

Estas son las palabras que prometí escribir antes de tu muerte, en aquella hoja mal trecha que en mi habitación dejaste un día, de la cual nació este blog La eterna promesa,  ya que tus palabras no fueron otras que jamás dejará el amor por la escritura, y hoy seis años después de mi primer artículo, he de reconocer que este espacio infinito como mi amor por ti, me ha servido con gran diligencia para tranquilizar mi alma. Aquí yacen palabras de dolor y de amor de tiempos pasados y presentes, como descansaran futuras historias. Porque sí, la luz se postra en mi futuro como el amanecer de un nuevo día, el amor guía hoy mis días con la pasión de niño y con la ternura de una madre, y sí tenías razón con amor siempre todo es posible incluso que recordándote en mi palabra sea feliz.

miércoles, octubre 12, 2011

De mis labios a tus labios, de mi cuerpo a tu cuerpo.

El cuerpo exuberante de agua y sal, movimientos de vida, gemidos, alaridos por el desdén del roce de nuestras pieles, que en el tiempo se marchitan. el gocé poco a poco es dueño de nuestros actos y como un acto me entrego a sus labios, a sus turgentes pechos, buscando con el astuto olfato de un can aquel perfume del valle floreciente, que hace renacer en  mi el sutil flautista. que en sus manos guarda una melodía prohibida y que toca para sus propio excitamiento y lo comparte con su bella dulcinea.

La tranquilidad del principio da lugar a rugir de los tambores de guerra y el varón despierta deseoso de conquistar tan bello valle, que como soldado buscando su camino se adentra y sale hasta quedar exhausto, hasta que sus ojos caigan en la más plena oscuridad. Entonces los brazos abrazan el hermoso tesoro encontrado y mis ojos como la Luna se quedan pendientes de la inocencia dormida pues que digno caballero no se entregaría al regalo de una dama sin después guardarlo.

Entre el Sueño y el Despertar.

Los ojos cansados y en la boca el sabor amargo de una taza de café, el cielo antes oscuro y plagado de estrellas que bañaban con luz los parpados de mis ojos habían dejado paso a un Sol cegador, la cigarrillo en mano se consumía como los últimos días de verano y yo taciturno me perdía en el buen hacer de mis pensamientos.

Recordando cada paso y lugar donde mi vida inexistente para el resto, tomaba su realidad, en los pies de aquel cementerio de recuerdos. Habían pasado años de la perdida más absoluta, del rencor contra los que un día llame familia y a los que ahora desgraciadamente despreciaba, en cambio el amor que llegó con el frió Sol de invierno y aún madura en mi corazón, haciendo el presente más placido, incluso durmiendo las palabras endiabladas que surgían en mi mente, en aquel tiempo donde sólo era una hoja y yo, y nada más.

Hoy recordando esas gestas de mi pasado donde el amor y el dolor desarrollaban innumerables manuscritos y en un paso ligero a la vez de discreto en la vuelta a casa, me dispongo a retomar el arte de la palabra con más fuerza y no abandonar en vano a los pocos seguidores que perdieron una décima de su tiempo en leer a un desconocido, a los que agradezco su compañía durante estos años, y les prometo que el gigante de mi interior que soñaba con su resurgimiento tiene de nuevo un lugar en mi.

Donde los sueños yacen con realidad, donde mi alma descansa al escribir palabras que tal vez nunca sean leídas.

martes, julio 26, 2011

El emblema.

Eres el emblema de todo día de toda noche. Al verte, la sombra de mis ojos desaparece, penetrando en ellos la luz cegadora que envuelve mi alma del sentir más humano, el amor y a su vez mueve mi pluma con la destreza de un profeta al ver a un ángel terrenal.

La incredulidad de mi alma desaparece, dejando paso a la pura vida, porque no me conformo con existir a tu lado, ya que sin ti el día es noche y contigo la noche es día. Con temor a tu perdida pero con la sabía ilusión de un niño cada vez que estés a mi lado. 

Ahora calla y escucha mis gracias por mi aliento, porque sin ti solo soy un alma arrastrada por el viento. Hoy mi amor es avaro y silencioso en esta fría sala, hasta tu vuelta, entonces ni la fuerza del mar ni de la muerte podrá acallar mi voz al decir: Te quiero.


domingo, marzo 27, 2011

El momento más dulce del día.

Acaece la madrugada en la inquietud del despertar de mis ojos, desvelo de nuevo tu rostro junto al mio que descansa a mi lado y esbozo una sonrisa silenciosa al ver la belleza de la inocencia de tu sueño, entonces mi mano acaricia tu suave y oscura mejillas y tú aún somnolienta te despiertas y dibujas en tu faz una mueca parecida a una sonrisa cansada, yo suspiro de alegría. Mientras los primero rayos de luz ahuecan la ventana, aunque todavía en la oscuridad somos como dos niños que buscan amor antes que un puro acto carnal, será  que el tiempo juega con nuestras mentes y parece no pasar y en silencio hablamos sin palabras de un amor puro como el mar. Entre palabras de amor y bromas tomas mi cuerpo en un abrazo y por un instante parecemos respirar a la par, pues tu aliento se mezcla con el mio, entonces la calma entorna mi mente con la seguridad de que me amas y lo incompleto de mi ser en los momentos de tu ausencia, tú me ves distraído y preguntas, pero yo no contesto con palabras y cierro los ojos porque solo quiero estar, solo contigo y repetir estos gestos cada mañana.

 Dicen que la sencillez esta en el amor perfecto y que es más sencillo que soñar despierto a la vez que dormido, siempre a tu lado, por esa razón entre el sueño y el despertar es el momento más dulce y mi preferido porque no hay algo más intimo que morir y vivir cada noche y cada mañana con tu amor.
  

jueves, marzo 03, 2011

La historia del vino:


Llovía encarecidamente sobre las calles, como si el cielo estuviera llorando por algún motivo, mi mirada baja distante, del ir y venir de los coches y de la poca gente que se había encontrado la tormenta en su vuelta a casa después de un día cesante de trabajo, entonces uno de aquellos viandantes, choco con mi hombro a la vez que yo choque con el suyo haciendo que mi vista resbalara sobre el agua hasta aposentarse en una vieja farola que apenas se apreciaba su figura simplemente se veía su luz cegadora, haciendo que en mí recalase el recuerdo de una botella  de vino, como las que antaño mi padre descorchaba, aquel momento feliz hizo que mis pasos me condujeran a un pequeño bar cerca de una iglesia llamado el Racó de S’Art.


Me sacudí el abrigo provocando que algunas gotas de agua cayeran al suelo, en las paredes miles de dibujos cual más extraño para un hombre poco entendido en el arte moderno, pero de nuevo mis ojos como ave rapaz cayeron sobre una botella de vino posada en un estante de forma horizontal, el camarero me dijo que quería tomar, yo le mire y sin más preámbulo del que mi mano señalase aquella botella.


Me senté en una silla cerca de un pequeño escenario donde se proponían a dirigir alguna mera actuación, él camarero trajo la botella y se dispuso a descorcharla pude apreciar sus manos gastadas y llenas de cayos, como agarra y utilizaba con precisión de años el saca corchos hasta que descorcho la botella, mientras el me hablaba de la actuación yo  pensaba en aquellas tardes donde en plena juventud salíamos cerca de la costa  a tomar una o otra copa de vino, de aquel de tan malo porte, pues la vaga olor del mar tuvo una tenue presencia en mi olfato.


El camarero derramo el néctar de la uva, denso y fuerte como el color de la sangre, algunas gotas desbordaron la copa, pese a no parecer que esta tuviera fondo alguno, porque como una costa de una tierra olvidada, parecía golpear la copa como las olas en la arena, entonces me dispuse a beber algo pero mi gesto fue interrumpido por un viejo guitarrista sevillano que con su buen compadre en el cajón comenzó a tocar, transportándome a los viejos caminos castellanos donde aquel vino había nacido y donde yo en el pasado había caminado y visto las maravillas de una España pagana y caballeresca.

   

Mis manos mojadas resbalaban en la copa y esta parecía tener vida propia, pues parecía balancearse de un lado a otro, la agarré con fuerza y la acerqué a mi boca, entonces el olor profundo del vino invadió mi nariz, recordando a un perfume que creía olvidado pero la imagen de aquel recuerdo aún era borroso, así que moje en mis labios el bello líquido de Baco, pues juró por Dios y no en vano, que sentí los labios de un antiguo amor de verano y mi cuerpo helado por la tormenta noto de nuevo el calor del largo estío y del amor derramado.


Dejé la copa encima de la mesa y apoye mi cabeza sobre la mano, altivo como un emperador romano, el camarero se acercó a mí y me dijo ‘que mis lágrimas por el pasado habían sido marcadas, pero no por mis ojos, sino por las gotas de vino ahí derramadas. Pues mi corazón había sido librado de tanto cargo del pasado, y ahora podía, yo ya marcharme en paz, pues el alma sólo se cura con el sangre de la uva.’

Aún recuerdo ese día, cuando mis pasos me condujeron al Racó de S’Art no sabría describir aquel lugar parecido a un sueño aunque en mi estante aún conservo aquel obsequio de una botella vacía, que me recuerda lo bien sabido por aquel camarero.



Historia: Xavier Garrido Galmés/ Autor del blog.
Imagenes: Patricia Janer Calafat.