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domingo, enero 25, 2009

Oscura y triste soledad.

Cuantas palabras esconde mi mente, que jamás te dire, cuantas noches te buscaré sin hallarte en mi cama y el frió invierno penetrara en mi piel, sin encontrar resistencia del calor que perdí al amarte.
Cuantos recuerdos encerrados en mis cuencas, que deseo olvidar, pues al saber que ya no me quieres no me queda nada, porque aposte hasta el último real de mi alma por ti y ahora ya no estas junto a mi, pues caiga la desgracia sobre este corazón solitario que ni los bellos astros de Apolo podran iluminar jamás, esa es la condena del ser humano que cree que algún día no se sentira solo, ingenuamente, porque la naturaleza de este cuerpo invita a pensar lo contrario.
Ya es todo oscuridad, no queda sombra, ni luz en el avismo, ni para iluminar ha este cuerpo ciego que anda de lar en lar sin encontrar compasión por el resto de los que un día fueran sus iguales.
Aquel hombre que un día lleno sus sueños con el marrón de tus ojos ya a muerto y golpes de pala el odio, el rencor y el dolor han marcado su despedida y el nacimiento de un fantasma que nunca volverá a dejar que vean su triste rostro, pues no desbistes ni debi coger el fruto perdido de tu Eden, porque la añoranza a matado al gran Sol, que ahora helado cae del cielo volviendose así una piedra más en mi camino.

miércoles, enero 07, 2009

Adios vuelo de albatros. ( última dedicatoria)

Una sabana tapaba ya los dos cuerpos, el suave hilo acariciaba nuestras pieles desnudas, y el tacto de su mano bordeaba las lineas de mi vida.
Bello, cuando el cielo negro es testigo de tales hechos, cuando nuestra finitud es por un momento infinita, cuando lo indescriptible se vuelve en la voz de un poeta descriptible.
Todos alguna vez en la vida hemos sentido esa protección que prolonga el amor, ese sentimiento tan fuerte y a la vez doloroso cuando no llega jamás a buen puerto, dichoso fue aquel que por primera vez dijo 'prefiero haber amado y perdido, que jamás haber amado'.
Porque somos niños en el azar de los besos, que juegan a escondidas baja la mira de madre de la Luna, las puertas se cerrarán y otras a la vez se abrirán, aunque nuestro ojos tal vez no lo vean y se centren en la oscuridad de aquellas cerradas, que nuestras manos no dejan olvidar, y que jamás olvidaremos ni la felicidad, ni el amor, ni el dolor que nos procuramos durante ese hermoso tiempo. Aveces dejamos escapar cosas tan bellas que no las vemos pasar hasta que desaparecen tragadas en el mar de nuestras saladas lágrimas.
Yo creí encontrar algo digno de conservar, pese a la contrariedad de muchos, ahora como una suspiro desaparece en el aire aquello que sentí, esperando que el tiempo no haga que me allá de arrepentir nunca de dejar volar aquello por lo que creí, porque una vez cerrada la puerta nunca se volverá abrir, dejando ahí mis pertenencias que mueren con la humedad y la oscuridad de aquella habitación que poco a poco construimos los dos y que ya va dejando de existir en mi.
Pues digno es haber amado y perdido dándolo todo que haber callado para siempre.