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domingo, julio 19, 2009

El reflejo del mal.

El café estaba tibió sobre la mesa, mi distracción habitual de la observación del individuo propiciaba que todo alimentó caliente se helase, porque mi cuerpo se alimentaba y hidrataba con liquido y alimento, pero mis ojos con la observación de la naturaleza humana.
Dichoso es el hombre que no admira en silencio el ir y venir de sus iguales, o esa almenos es mi creencía.
Llevaba pocos días en la isla, la verdad es que no me acordaba muy bien de tantas callejuelas, mis estudios se habían interrumpido por la Guerra Civil, y tal vez en un acto de cobardía decidí acompañar a gran parte de mi familia a Francia donde terminaria mi carrera, al estallar la guerra con alemania decidimos ir a Argentina, pero poco tiempo despues, ya que la muerte de mis seres queridos había propiciado que volviera a mi tierra natal, Palma de Mallorca. Mi mallorquín óxidado hacía gracia a muchos, incluso la camarera se reía ya que en el idioma que me manejara tanto fuera el local como el forastero, mi acentó había sufrido todos los cambios geograficos anteriores al regreso, así que cuando hablaba español soltaba palabras argentinas y cuando hablaba mi lengua materna hablaba con un acentó un tanto afrancesado, pero pese ha estas consecuencia estaba orgulloso de volver a casa.
Había alquilado una vieja vivienda de un tio mió, justo en el centro de Palma, cerca de Cort, creó que la calle se llamaba Zanglada pero la verdad es que no estaba seguro ya que como he dicho antes estaba perdidó.
La puerta de madera del bar, se abrió dejando que mis ojos esta vez me sorprendieran, lo vi, la cara de un hombre demacrada, por una terrible pena, sus ojos caminaban entre nuestro mundo y un horror casi dantesco, sus pasos lentos y sosegados, buscaban un lugar donde descansar tanta tristeza, se apoyo en la barra jorobando así su espalda y sus codos duros cimientos donde apoyar su cuerpo.
El hombre hizo evasivas al camarero para que le sirviera algo de beber.
- Un Whisky, sin hielo, por favor.-
¿Eran las diez de la mañana y ya deseaba olvidar?¿Pero que deseaba olvidar? la pregunta se me clavaba entre parpado y parpado sin dejar descansar a mis ojos que no deseaban perderlo de vista.
El camarero, se acerco a él.
-¿Un Whisky hastas horas? ¿Pero no sabe usted que hora es?
Aquel hombre no levantaba la mirada de la noble madera de la barra, y volvió a repetir.
-Un Whisky, sin hielo, por favor.-
El camarero viendo que sus palabras habían caido en saco vació, renunció.
-Usted mandá.- Le sirvió el Whisky, y se fue a atender a una señora ya entrada en años.
El hombre, cogió el vaso y se lo terminó de un trago, pero su rostro parecía no notar ni el ardor del Whisky que bajaba por la garganta, lo que me hacía preguntar que horrible pensamiento le tenía tan absorbido para que ni el puro licor escoces, pudiera darle ningún instante de tranquilidad. Se levantó y dispuesto a marcharse como un fantasma tal y como había aparecido.
Me levanté a su pasó, dejé dos perras chicas por el café y me dispuse a seguirle.