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miércoles, junio 20, 2012

El primer abrazo de la parca



El cielo era azul y el sol brillaba con fuerza después de dos largos días de tormenta, pero sus ojos se habían quedado con las sombras de aquellas nubes, en la más plena oscuridad su alma ascendía hasta aquel mismo Sol que ahora brillaba en la infinidad del universo.


Su piel fría y blanca como si durante la noche el invierno naciente de noviembre hubiera calado en su muerte y mi cabeza en su pecho esperando oír aquella sinfonía tan hermosa y serena que me había acompañado toda la vida. Ahí terminó la infancia del niño y comenzó el miedo del hombre, que amaba en silencio el cadáver de su madre, apretándola fuertemente con sus brazos, odiando al mismísimo Dios por llevársela, sin darse cuenta que sus manos estaban vacías, porque su madre ya no habitaba aquella masa infecta de piel y enfermedad.


Entonces miró al su alrededor y no pudo comprender las lágrimas de su padre, el silencio de aquellas gotas de sus ojos, que anunciaban la perdida de un realidad a la que hoy en día en sueños se sigue aferrando.

La muerte es hermosa para quien la toma y dolorosa para quien la observa. No olvidaré jamás aquel contraste dantesco, aquel sonido que perdí que fue sustituido por el canto de los pájaros del castillo, aquella oscuridad que a partir de ese momento rodeo mi mundo pesé al Sol creciente que en aquel día de invierno reinaba y el terror al acogerme a esas sombras de un pasado que desdeño mi alma.

domingo, enero 08, 2012

Diario de un blanco olvido:

Voz tenebrosa, como gotas de tormenta que adornan el aire. Rabia que contiene en la mente aquellos relámpagos caídos en el blanco olvido.
Cielo de gotas frías que presenciaron el adiós del calor del latido, que poco a poco se transformo en un congelado sonido que ya no recuerdo. Cincelar el final del principio con un esbozo de palabras que no reconfortan mi alma.
Decir que pesé ese dolor que hiere como acero en llamas mi corazón, no recuerdo tu voz, ni tu sonrisa y todo me tizna de distracción para no culparme de mi egoísta vida sin ti. Incluso creer que te olvidado bajo un telón blanco en mi mente y oscuro en mis ojos. 
Te prometí que no dejaría de escribir, que no dejaría tu memoria sin honrar, pero como honrar lo que no se recuerda.
La fe es para los dioses y el pasado para la historia, entonces tendré fe de no olvidar tus lecciones y no sentenciar mi presente con mi pasado, aunque no cree en dioses ni pasado, siempre creeré que sigues viva bajo mi piel, en mi corazón.
Entonces el olvido caprichoso ya no es negro, sino blanco.