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miércoles, julio 30, 2008

La verdad de Romeo.

Mi corazón no late porque no estas en mis brazos,
mis pulmones se asfixian de aire porque no sienten tus suspiros,
mis ojos detestan de su visión porque no ven lo más bello,
mis oídos reniegan al no oír tu voz.

Entonces decipme si no es amor,
porque te recuerdo incluso en mis sueños.
Si no es amor porque no tengo mundo sin tu risa,
aunque dura es mi vida al menos en mis pupilas
guardo mi tesoro preciado que eres tú amor.

lunes, julio 21, 2008

Un recuerdo entre sueños

El sueño y el cansancio por fin me concedieron un pequeño respiro y caí en las sombras confusas de la conciencia, entrando en aquel trance donde las imagenes se crean para luego desvelar medias verdades.
Mi cuerpo de nuevo sintió la seca soga en mis muñecas y todo el peso que se dejaba caer de mi cuerpo sobre ellas, entre las sombras de aquella habitación de tortura la voz de un anciano ya conocida.
-¿Donde esta la chica? ¡Contesta!-
-No lo se.-
El hombre desveló su cara que para mi sorpresa era aquel anciano que mi arma había mandado con un suspiro de muerte a donde las almas descansan.
Otra voz pero esta vez femenina daba vueltas en mi cabeza diciendo me que resistiera a toda tortura y mi cuerpo volviéndose fortaleza y inapelable le hacía caso sin querer contestar a una verdad tal vez oculta en el olvido. De nuevo estaba allí aquella bella muchacha que rezaba para apaliar mi sufrimiento.
Entre las sombras del sueño también apareció el cadáver de un hombre que pude reconocer, era Lluís que desangrado me miraba mostrándome mi debilidad y mi parte más humana.
La soga se debilito y dejando me libre de mis ataduras pude progresar hasta un pasillo donde la memoria solo concedía la visión de dos cuerpos uno de ellos el anciano y otro oculto que hablaban, la voz del otro hombre también era conocida por mis oídos pero el recuerdo sabio y traidor no me dejaba esbrinar su rostro con la mirada, asi que me acerque más pero la distancia de los sueños siempre es infinita cuando la memoria perezosa no goza recordar.
El gallo ya cantaba y mis ojos abriéndose presenciaron el nuevo amanecer de un nuevo día. Mi cuerpo sudando tal vez de terror o de confusión había dejado la vieja cama mojada del olor salado de la misma sudor que rodea mi cuerpo, en el escritorio había ropa limpia y una nota que ponía:
''Bañase y cámbiese, nos vemos a las dos de la tarde en el gran hotel, Ojosnegros será su chofer cuando este preparado dígaselo.''
Firmado Rafael.
Así que agarré la ropa y baje por las escaleras en ellas una gran ventana que desvelaba con el la luz solar la entrada principal donde un coche estaba a la espera y Ojosnegros apoyado en el capo fumaba tranquilamente un cigarrillo, el día era perfecto sin nubes en el horizonte lo único que era de queja era el fuerte viento que soplaba de tramuntana al cual ya estaba acostumbrado al ser un isleño más. En la planta baja encontré un gran baño de suelo de mármol y una bañera parecida a la de los hoteles que ya bordeaba de humo un agua caliente que alguien ya había introducido antes de mi, para agilizar mi limpieza.
Por fin limpio salí del baño con dirección a la entrada principal, mientras el reloj de la sala sonaba alertando de que ya eran la una y media y Ojosnegros dentro del coche ya con el motor encendido en espera mientras yo bajaba los cuatro peldaños de la entrada principal y entraba en el coche.

martes, julio 15, 2008

Nacido con mala estrella

La lluvia caía sin cuartel entre la calles de la ciudad, él desapercibido de mi visita tomaba su café, entre el humo del negro liquido y su cigarrillo, la tormenta veraniega había sorprendido incluso a los devotos de la iglesia que salían ya de la primera misa de Santa Eulalia.
El hombre finiquito su deuda con el camarero y marchó por la calles que comunicaban dicha plaza con la legendaria muralla palmesana, tenia un caminar lento como si cogeara de una pierna y su barba que se dejaba caer en un pecho anciano que luchaba por respirar entre tanto vicio tabaquero.
Los nervios se entrelucian en mis pupilas y mi paso era rápida hacia mi primera presa sin saber yo falto de sigilo que ella ya me había observado, el chaqueton marrón que portaba con una distinción propia de un burgués acomodado me daba señas de desaparecer en una esquina, entonces cogí el arma con el brazo izquierdo pero la mantení lo suficientemente para que no sobresaliera de mi aduendo y corrí tras él para no perder la pista, al gira por la calle contigua observe como el hombre había desaparecido entre el empedrado de la calle y el noble puente que colgaba como una enredadera de un edificio a otro, mi cuello que había comenzado a latir con un pulso desproporcionado se tranquilizó, y al girar de nuevo sobre mis pasos me sorprendió un revolver que me apuntaba directamente entre ceja y ceja.
-¿ Por qué me seguís?- Su voz traslucía en una garganta negra y el mal aliento casi mi dejaba enmudecido.-Contestad, ¿por qué me seguís?-
- Yo no os sigo.- Contesté con nerviosismo. Pero mis ojos delatores fueron suficientemente para el anciano, para ver mis negras intenciones.
- Mentira, si sigo vivo es porque se cuando me siguen. Lo siento muchacho, espero que encuentres el perdón de Dios.-
Mis ojos se cerraron como para despertar de un terrible sueño o quizás para prepararse para el sueño eterno. Sonó un disparo, claro y preciso, la camiseta manchada del rojo de sangre se había resquebrajado por donde había entrado la bala, él hombre cayó de rodillas mientras mi arma aun suspira el humo del tiro certero que me había salvado la vida.
Mi cuerpo empezó a temblar nunca había matado a un hombre con sangre fría lance el arma, y comencé a caminar como una sombra hacía otro lugar antes de llegar a la esquina oí un grito y empecé a correr como si mis pasos fueran la negación a la acción ya cometida.
Llegué entre mis pensamientos de locura a la gran posesión que durante los últimos días había sido mi cautiverio y a la vez como un preso falto de libertad mi hogar. Rafael me estaba esperando en la terraza que daba a la vista a los campos de la gran posesión tranquilo tomaba como un bretón su té de cada mañana.
-¿Lo has hecho?- me preguntó mientras removía con desazón el té.
-Sí.- Aunque mí alma era incapaz de reconocer tal cometido realizado mis ojos no traicionaban a la verdad y mi voz aun menos.
-¿ Como a sido?-Mi voz no dignaba a describir tal escena.- Bueno eso da igual ya, si esta bien hecho. Retira te a descansar, la primera vez siempre es difícil.-
Un hombre de mediana estatura apareció en la escena.
-Rafael, su aprendiz a dejado esto en el lugar del crimen.- El hombre desabrocho uno de los botones de su chaqueta que daba a un gran bolsillo de una larga y marrón gabadardina, sacando de ella mi arma. Rafael casi sin elevar la mirada al nuevo invitado cogió el arma y me la dio.-Toma llevatela ya sabes las reglas.-
-Si no mató, me mató.- Mi voz afirmo para mis adentros.
Entre en mi alcoba donde una antigua mesita de noche sostenía una lampara de gas de aquellas que usaban a principio del siglo XX, me tumbe en la cama y deje que el día pasase para darle lugar a la noche.
Ya entrada la noche abandone la alcoba y baje de nuevo al piso de abajo las escaleras de mármol ya estaba enegrecidas por la loción del tiempo y la barandilla necesitaba una buena capa de pintura, al bajar me encontré de nuevo al hombre que había presenciado el asesinato y que acto después había recogido mi arma.
De pelo color azabache y barba a medio recortar, observaba con templetud las estrellas mientras encendía un cigarrillo.
-Buenas noches. ¿Has descansado?-
-No.- Contesté.
-Normal, como dice el señor siempre la primera vez es difícil. Pero te recuerdo que no es la primera vez o tú no eres el mismo Jericó que mató a sangre fría a un guardia civil.-
-No es lo mismo.- Conteste, el hombre que detonó el mal estar por aquella afirmación, ágil pero no incauto como un gato, prosiguió con la conversación.
-Me llamó, bueno me llaman Ojosnegros. Viene como puedes ver por lo grandes que son mis pupilas y las negras que son.-

-¿El qué no fue lo mismo, la muerte de aquel guardia civil? Acaso no era el mismo espíritu lo que te empuja ahora sobrevivir.-
Ciertamente tenía razón, pero la muerte de aquel mal parido fue por el asesinato de un inocente, de un amigo y no era comparable con la atrocidad que había realizado horas atrás.
-No fue lo mismo.- Mi miraba no quitaba su visión del suelo manchado de barro.
Ojosnegros, me miró y observo en mis ojos aquella mirada de locura que suelen tener los pensamientos.-¿ Quiere uno?- Sacó un cigarrillo de una vieja caja de acero donde cada cigarro tenia su lugar marcado.
-No suelo fumar, pero vale.- Agarré el cigarrillo y Ojosnegros me ofreció una cerilla encendida para el comienzo del humo toxico que comenzaba a prender en mis pulmones.
-¿ Ha que se dedicaba antes?-
- Era astillero, pero desde muy pequeño escribo pequeñas narraciones aunque nunca he tenido existo.-
El sicario de Don Rafael sonrió-Así que escritor, pues buena historia tendrá si sale de esta.-
-Hagame caso ni de la mente más perversa puede salir una historia tan extraña.- Metí de nuevo una calada al cigarro dejándolo a medio acabar.-¿Usted a que se dedicaba antes?-
-¿Yo?, siempre hecho lo mismo.- Su mirada se perdió en aposentando se en algún lugar del jardín que ya había sido cubierto por la oscuridad de una noche tranquila y húmeda la propia después de la tormenta.
-¿Lo mismo, qué es lo mismo?-
-Nada, digamos que nací con mala estrella.- Ojosnegros lanzó el cigarro y dejo que en sus pulmones le provocaran una buena tos.- Bueno, un placer me voy a la cama, intente descansar mañana será otro día.-

jueves, julio 10, 2008

Dialogos de Romeo

No es preciso cantar a luna y esconderme bajo luz de estrella, porque en la oscuridad de la noche tus dos ojos como perlas me iluminan. No entendies las palabras que mi mente concierne al verte, pues ni los dioses ven el fruto de estos pensamientos.
Ahora callad y escuchad como las olas de mi interior palpitan deseando tocar la hermosa tierra de tus pieles, porque ni hombre ni bestia a amado con tanta devoción, como te amo, pues sabed cuando la dulce mujer de negro tiña mis pieles de blanco hielo, no dejaré costancia en este mundo más que el amor que te tengo y no preciso más, porque mi alma te pertenece y no deseo más que escuchar tus latidos, porque aunque uno soló fuera mi vida hubiera tenido sentido.

viernes, julio 04, 2008

Un recuerdo amargo

Evoco el tiempo de un nuevo amanecer a la noche que es víspera de mi soledad de nuevo ante el sol descanso entre las abultadas sabanas de cualquier cama y no os encuentro amor, tempestades de pensamientos rozan la agonía pues no preciso más de la pasión de mis palabras para deciros cuanto os quiero, pero eso ya no es suficiente pues ni el mismo cielo os hará llegar este angustioso pasaje de un poeta que ya no escribe versos nuevos ya que en sus manos quiebran el amor por el silencio de las cosas que jamás se te narraran por mi bien y quizás por el vuestro, tanto que contar y tan poco tiempo para amaros, falta ya poco para el canto de la parca que me arrastrará a la madre tierra de saladas aguas,no deseo prolongar tal sufrimiento pues si nos puedo tener no deseo amar a nadie más.

Acude pues a mi desgracia y presencia como la vida sin tú amor me mata, tal vez entre tanto pesar el sueño es el rey de mi descanso porque preso de la fantasía inédita del dios Morfeo te tengo y en de las oscuras pupilas te obsequio con la verdad que jamás fue escrita, ni dicha por una boca que ansia vuestros besos.

miércoles, julio 02, 2008

Cuentos de Zaratrusta II

El maestro tomó asiento al pie del camino, su alta edad hacía que sus pies prolongaran tan raudos descansos que más de descansar su corazón cansaban a su discípulo.
El discípulo observaba con entretenida afición la respiración cansada de su maestro, mientras este babeaba un trozo de manzana que había sacado de su viejo petete.
Se habría un sendero grande a sus pies que daba camino a las enrocadas montañas.
El maestro observo la magnificencia de los altos titanes de roca y suspiro en sus adentros, Ay las montañas.
El discípulo que había oído a su viejo maestro le insinuó, debe ser maravilloso viajar entre nubes en soledad y esbozar con palabras lo que en nuestra mente en el silencio de la naturaleza prolonga.
El maestro miró con cierta arrogancia a su discípulo y le pidió que tomara asiento de nuevo, que su condenada mente le había hecho recordar un viejo cuento de las montañas.

Hablan así los que ahora descansan de un hombre que buscaba un pensamiento tan puro que en su fascinación escogió los Alpes para en soledad encontrar un reposo y una actividad pensante mas encontró un pensamiento que no supo controlar y que la poca cordura de la filosofía le hizo perder la suya, tal era su estima por lo particular que el hombre se asombraba hasta de su sombra, pues tiempo atrás de su visita los lugareños que habitaban la zona juraban a ver visto aquel hombre alemán hablar con su compañera oscura.
El discípulo no daba crédito a las palabras de su maestro, un hombre que hablaba con su sombra ¿como iba a ser posible tal locura?
Aquel hombre, prosiguió el maestro, llevaba siempre una pequeña libreta donde cuidadosamente escribía todo aquello que su errática mente le planteaba, incluso a veces no entendía una vez en el fuego de hogar sus escritos ya que su mente había ido más rápida que su mano y esta solo había prolongado en el blanco papel una seria de extravertido buratazos que al presente pretendían ser palabras, dicen que a su muerte el podré filosofo decía ''otra vez'' y bien no sabemos quién o cuando perdió la cordura este noble hombre o tal vez fuese la sociedad que lo rodeaba quién a su parecer había perdido su propia cordura pues no Vivian tal y como él creía, ya que muchos de los gestos humanos fueron y son para nosotros efectos de poca razón y este honorífico filosofo pensaba que todo aquello particular en el hombre era lo que había que hacer incluso resaltar su parte más animal.

La lección que nos deja es que la obsesión por la vida termina matando como todas las obsesiones y pasiones aunque no hay que temer a estas por sus gestas sino glorificarlas porque siempre serán y son nuestras y como dicen los padres por mucho que me pese el fracaso de mis hijos siempre serán hijos míos.