Buscar este blog

lunes, diciembre 31, 2007

La despedida

Mis ojos se abrieron, al son de las campanadas de alguna Iglesia cercana, me dolían brazos y pecho ya que todo mi cuerpo estaban colgando como bandera en mástil de ellos, entonces oí unos ciegos pasos que se dirigían hacia mí, de nuevo esa sucia mano que me empapaba la boca y la nariz de un extraño producto que me dejo una vez más anestesiado.

Recupere temprano el conocimiento, estaba de nuevo en mí casa con aquella botella de Rioja a medio terminar y que al parecer el vicioso aire de la habitación había dictado de mal gusto y mal olor, al último vino de la despensa. El canto de los pájaros ahuyentaba a mis oídos como siniestras sirenas, la jaqueca era peor que oír los tiros hermanos de la guerra.

De pronto alguien con fuerza y nerviosismo tocó la puerta, pam-pam se oían en las cuencas de mis oídos como relámpagos de tempestad, corrí a abrir para que ese sonido cesase, pero antes de que mi mano derecha tocase el pomo, un recuerdo de agresión volviese a mi mente, entonces decidí mirar sin tocar la puerta y sin hacer ruido por la mirilla, era Lluis que por lo visto traía de nuevas.

-! Jericó ¡ Dónde estabas?- Preguntó, su voz se atragantaba con su propia lengua, era necesario tranquilizarlo, así que sin más preámbulo le golpeé la cara con mi mano.- ¿Qué haces?, ¿estas tonto tú?-

-¿Lluis, que a pasado?- pregunté.

- ¿No lo sabes?- sus palmas y hombros se volcaron hacia arriba llenos de extrañeza.- Llevas cuatro días sin y ir al trabajo, los grises han preguntado por ti, y hoy te han nombrado enemigo del estado, por comunista.- Sus ojos se clavaron en mí, como los del amo que deja a sus perro en manos de la muerte.

- Pero, como...- No podía nombrar palabra, me era extraño, ¿cuatro días?, cuando en mi memoria solo habían transcurrido un par de horas.-

Entonces se oyó la puerta de bajo y botas que atinaban las escaleras con rapidez, una voz ronca se escuchaba mandando ordenes de darse el mayor brío y con el menor ruido posible. Agarre con mano dirigente a Lluis y lo metí en casa.

-Silencio.- Le dije, a la vez que mi mano se acercaba a su boca para acallarla. Ande hasta el balcón de una pequeña salita al lado del dormitorio principal, observe la calle empedrada había un furgón de guardias civiles, vigilantes, apedrearon la puerta, pam-pam-pam, y de nuevo aquella voz ronca, mandando ordenes de abrir la puerta, sino la echarían abajo, LLuis se marcho de mi lado hacía el pasillo principal.

-¿Qué haces?-

-Tranquilo son policías no harán nada malo.- Llegó a la puerta y la abrió, solo un disparo evitando conversación con el que ahora tenia sus faz bañada en rojo. -!No¡- Me pudo el chock y me quede parado, las piernas no me respondían ni las lagrimas que empezaron a surgir de mis ojos, entonces uno de ellos se vino corriendo hacía mi, pero no me disparaban, la rabia surgió de mi como un manantial de cólera, cogí de mi tobillo derecho un pequeña navaja manchega que siempre llevaba para el trabajo la abrí y se la clave en la sien, su sangre me salpico en toda la cara, sobretodo en los labios, mis brazos que sujetaban al cadáver se quedaron sin fuerza y este cayó al suelo, mi respiración se tranquilizaba, entonces dispararon note como una bala se incrustaba en brazo izquierdo, empecé a correr hacía la habitación principal cerré la puerta, y la parapete con la cómoda.