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martes, diciembre 19, 2006

El sonido de mí corazón

No soy nada, nada, cuando hablo de amor por ti, cuando mis palabras no dignan hablar y el silencio acompaña miradas eternas. Quisiera decirte que no deseo nada, solo estar contigo, que fueras mi estrella dentro del cielo de mi universo y brillases como el faro que guía al barco vagabundo de mi alma, entre grandes olas de odio y tristeza. No soy nada y nada es lo que te prometo, pero cuando me miras soy capaz de sentir la vida en cada parte de mi cuerpo, soy capaz de regalarte una sonrisa, soy un pobre hombre sin fortuna alguna, ni esperanza, ya que tal vez jamás sepas de quién hablo, ni quien es la que me alegra los días de vida en este mí negro mundo pero a esa muchacha quiero regalarte esta dedicatoria para así cuando desvanezca en mi estos sentimientos tendremos es pequeña posdata de lo que sentí en mi amargo corazón cuando te conocí, solo así quizás sepas que un día te amé. Soy sincero, soy apasionado y tal vez pesado, pero no me importa nada más, no quiero nada más, solo que te quedes en mi corazón un día más, y cuando los verdes campos de mi alma ardan y mis manos se pudran al ser devoradas por los gusanos, al subir al cielo pueda decir, que yo si conocí el paraíso, si que ame y que me siento orgulloso de mi vida por estar contigo, aunque jamás me recuerdes y jamás ocurra, gracias por hacerme sentir el amor, algo que había perdido, y que tú me regalaste. Ahora me despido, solo de momento. Adiós, adiós, adiós...

domingo, diciembre 17, 2006

La oscuridad de la muerte

En los negros vacios
del alma, me encuentro
al verme reflejado en tus ojos
ya muertos.

Entre tierra y dolor,
entre lágrimas y llantos
el dántico entierro
grotesco.

Mil olores recuerdo,
mil sonidos secuestro
en el plausible sentimiento
silencioso.

Mas busco el termino
el ignorado verso
que describa lo sentido
y perdido.

¡ Acaso mi celestial cielo
se combirtio en tal infierno!

No conozco ya amor,
ni sueño, ni tiempo
solo el simple descanso.

El amor de un viejo ya muerto.

La oscuridad había llegado a la plenitud de la noche, solo una esquiva luna proyectaba algo de luz sobre la arena donde nuestros cuerpos se conocieron y juntos consumieron el amor entre hombre y alma, aquella, que vi por un momento perdida en el desdén de mi corazón marchito en una noche de truenos y lluvia, aquella, que me devolviste joven mujer y mientras mis manos llenas de pecado jugaban con tú cuerpo desnudo, y mis labios te besaban con la divina pasión que besa un padre a su hija, labios carnosos y de color de miles de rosas, como hubiera querido arrancarlos para devorarlos gustosamente y lentamente en la eternidad de mi condena, tú serás mi noble condena oh mujer ya que os venero y os amo, y yo viejo escritor de pluma sencilla y manos cansadas escribirá en la infinitud del cielo y los astros con sus palabras deslucidas jamás podrá proyectar una imagen digna de lo que me hiciste sentir en aquella noche de estrellas donde mi boca beso a la divinidad en persona, y nuestro Dios se arrodillo ante el amor sincero y pasión perversa de dos jóvenes enamorados, él cual ahora me condena a una vida mundana lejos de aquella joven mujer, invocando al silencio amo de aquellas palabras sin decir, de tantos sentimientos sin expresar los cuales olvidare por el camino de la vida.
En mi último suspiro y en mi última existencia ante ti mujer, Dios y alma dirá a aquellos de los presentes nacidos de mi cuna, que gracias por hacerme vivir tan solo un segundo en tú paraíso y aunque mi condena sea dura y eterna, podré gritar de jubilo al recordar que por miserable que fuera en vida al menos roce con al punta de mis dedos el cielo y caerá de mis ojos una pequeña lagrima sincera, ya que ame y perdí, pero al menos ame.

martes, noviembre 07, 2006

La mujer del Jardín de Hojas.

El viento soplaba por mi ventana, mudo y húmedo. ¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar? ¿Y cuanto estaba dispuesto a quedarme? La verdad no lo sabía, pero tarde o temprano me encontrarían de algún u otro modo. Así que cogí mi querido ‘Campos de Castilla’ y salí de aquellas cuatro paredes llenas de recuerdos.
Camine largamente por las callejas en busca de un lugar que me deleitara el alma y tranquilizara el corazón.
Las hojas advertían ya la caída del otoño y el Sol iba extinguiendo sus últimos resquicios de calor de verano. Ahí entre sombras de los árboles y el roce de mis zapatos rasgaban las hojas, decidí sentarme y comenzar a leer, en voz muy bajita como si no quisiera molestar con mi presencia a los habitantes milenarios de aquel recóndito y hermoso lugar.
Absorto en los versos de mí buen amigo Machado, note nuevamente una sensación a la vez extraña y conocida de aquellas que advierten que ocurrirá algo antes que ocurra. Entonces levante la mirada al frente, ahí estaba, ella con sus nobles andares y su largo vestido blanco, hermosa equiparable a una virgen, sus grandes y cristalinos ojos que eclipsaban al mismísimo mar que quitaban el aliento, su larga melena negra con el distinguido roce del viento y aquellos maravillosos labios carnosos y rojizos que hablaban del pecado como si a Dios no le importara, entonces un suave roce de luz araño sus vestiduras y desapareció tal y como había aparecido sin hacer ningún acto de presencia, como si lo que hubiera deleitado a mis ojos durante unos segundos jamás hubiera existido o tal vez fuera un fantasma del pasado que caminaba perdido aun entre sombras de aquel maravilloso jardín de hojas.
A partir de aquel momento mi cuerpo muerto por un instante recupero el aura y la conciencia y decidí irme de aquella extraña estampa que me había glorificado con su noble e insólita compañía.

domingo, noviembre 05, 2006

Entre sueños de amor y pena..

La noche eterna promulga nuestro amor con el son de las olas, que rompían el silencio del sentimiento. Al ver aquellos ojos brillar como dos soles entre la penumbra, que reflejaba la pasión y a la vez la tristeza de una noche que no volvería a ser vivida por ninguno de los dos. Tocando le con mí mano una vez más su larga melena negra . Ella me miró y soltó una noble sonrisa que al cerrar los ojos aun puedo presenciar, entonces acerque mis labios a su boca y la bese con el más sincero deseo de amor. Ahí donde rompen las olas junto a la arena fui feliz y ahora camino por suelo seco hasta mí muerte, enterrarme junto a mí amada y el mar.

Cuando pienso en ella recuerdo lo que perdí. Tan maravilloso era aquel mundo que aun desenterrado de este amor lo vivo y lo siento, quizás jamás podré amar igual, quizás el cielo ya brinda por mí final. Tan lejos de ella pero tan cerca de su recuerdo, ¿sería mejor la muerte? esa que caprichosa espera entra las sombras del día.

La lluvia presenciaba ya el último adiós de los amantes, como si el mismo cielo llorara por un adiós que jamás seria eterno, porque en el recuerdo quedarían aquellas escenas que como destellos de amor guardaría en mí corazón eternamente y no me permitirían conocer otra cosa que sus labios, su boca, su piel suave y sensible. Todo esto ya quedó atrás, todo. Un día volveré a su lado y escucharé de nuevo el sonido de su voz, el latido de su corazón, hasta es momento seré como una sombra negra sin rostro que camina entre tiempos y sueños, porque sin vos no vivo sino sufro como una tortura continua que hiere pero no sangra.

El Fin del Poeta( dedicado a Bécquer)

Soy la estrella fugaz que abandona el cielo
y que ahora olvidan tus ojos, ¿tanto os he querido
que aun os quiero?.

Mas debo amar a lo bello, al reflejo de la ilusión
que proyectada sobre la natura que tacto,
sobre el silencio que escucho.

¡Oh Dios! que paraiso regalado entre sueños
y pensamientos y caminos y descansos.
Ya que polvo soy, negro y oscuro.

La muerte espera al sonido melancolico
y yo reclamó otro. Esperando al Sol,
una voz, un grito, del creador.

Dios es un creador, tal como poeta fue
en otra vida, en otra herida, entre templos
de miseria se acuna el final y falleciendo
veran vuestros ojos al último poeta aspirar,
y terminese así su infierno.

jueves, octubre 19, 2006

El ángel de la Tierra

Lágrimas del cielo.
Muerte convocada
oscuridad odiada.
del mar profundo.

Soy solo,
solo la gota,
de una tierra
difunta de amor.

Él llego,
mi fatalidad,
mi amargura
y se la llevo.

Pues mi pasión,
es solo por la tierra,
que ahora es ella,
de una triste leyenda.

¡Ay! Mallorca
triunfo del odio.
A los traidores,
del ángel,
de la madre bendita.

Aquellos los cuales,
coincidiste perdón,
a pesar de turbar,
tú sangre,
la de una diosa.

¿Pues tal es
la compasión,
por los hermanos
que no amaban
a tal dama?

! Clamó venganza
de unos hijos avaros,
sea mi mayor pecado¡


Guíame madre,
desde el infierno,
hasta tú cielo,
para no hacer
más caso de la muerte.

miércoles, octubre 18, 2006

El camino de un Sueño

Camino entre oscuras estancias en la más clara oscuridad, ya no hay sol en este mundo aterrador. Uno a uno camino siguiendo mís pasos y mi oído percibe como él me persigue, como su voz delatan mí pensamiento, parásito de una mente tal vez ya loca, promesas no cumplidas y metas no alcanzadas lo alimentan. Intento correr pero no puedo, lo veo, él esta delante de mí, escucho un leve silbido a mis espaldas vuelvo a mirar nuevamente al frente él ya no esta, solo me queda silencio y miedo me arrodillo desesperado no hay salida, no hay ya camino, mi respiración se acelera, suelto un grito con fuerza al cielo como si me arrancaran el alma y escucho a la vez la replica y el retumbar de las paredes, caigo al suelo y la locura me consume, necio haragán has perdido y no sabes como.

Mí latido se apaga, mi sentido no da señal, el fin esta cerca, todo a acabado, no hay más en este mundo, tuve todo pero él hizo que lo perdiera, si es culpa suya, sino de quien iba ser, ¿quién? me rehago como puedo, ya se a hecho la luz, ahora estoy en una habitación, no se donde estoy con exactitud, pero a la mente me vienen imágenes de esta como si ya hubiera estado allí, piensa cerebro, ¿de que te suena?, en ese momento escucho una sonrisa tibia miro alrededor pero no hay nadie, vuelve de nuevo ese dolor de pecho como si el corazón quiera salir, sujeto el pecho con la mano para intentar sanar el dolor, escucho los pasos alguien se acerca a mí, pero no aun no espera un momento no quiero dejar el mundo, una lágrima desemboca de mis ojos estallando al llegar al suelo, acto seguido veo como mí cuerpo cae sin sentido alguno al suelo, pero yo estoy de pie no lo entiendo, miro mis manos están llenas de sangre, mí sangre. Me desmayó. Sale ya el Sol por mi ventana todo había sido un sueño que mi burlesca cabeza ya olvidado.