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domingo, mayo 27, 2007

Os quiero

A veces soy incapaz de decir te quiero, por eso aunque no lo dudo te pregunto -¿me quieres?- , tengo miedo a perderte entre la miseria y los sueños del juego llamado amor. Por eso os pido que recordéis estas dos palabras- Os quiero-.
Jamás entenderéis los gestos de mi corazón a no querer confesar tal estima por ti, pero creedme que de mis pensamientos claros y precisos solo aparece una palabra sincera de amor.
Recorto en las sombras de mi habitación pequeñas declaraciones de amor que jamás tus oídos llegaran a oír, pese a eso soy feliz con un solo suspiro de tu boca.
Esbozo con gran fascinación tus labios en los míos y la visión del beso complace al vació de mi alma.
¿Como os puedo amar? ¿Por qué mi caprichoso corazón os desea condenándome a tal martirio?
Te buscare un lugar en mi corazón donde no te podré olvidar, evocare en tus oídos palabras que solo tu alma entenderá y cansado de ser aquel muchacho que se perdía en tus pupilas grandes y marrones, seré aquel que encuentres en tu corazón.

El fin de la luna.

La cortina bailaba al son del viento, ella aun dormía ajena a la albo rabia de la calle. El calor insufrible del verano mallorquín, asediaba los cuerpos incluso en horas ciegas de oscuridad. Me levante, lentamente de la cama y busque entre las frías baldosas el petete que siempre llevaba conmigo. Me alegre al ver el poco tabaco de liar, y los papelillos que aun me quedaban, aposente un puñadito de tabaco sobre el papel y sutilmente con mi lengua moje para la clausura del cigarrillo. Querida droga de los tristes y solitarios, junto a la cerveza, que según Baudelaire era la droga de los pobres.

Ahora mi corazón era preso por primera vez de una mujer. Aunque tal vez yo era una simple distracción para ella, ya que bien sabida era el gran gusto que ella tenia por lo hombres. Pues que decirle cuando el verdadero sentir me prohibía hablar de lo que siento por aquella bella muchacha de ojos marrones y de pelo negro azabache, si su simple olor bloqueaba las primeras palabras de este poeta.

Entonces desde la lejanía que aguarda a los intrusos de la vida te quería y ahora que el fin fue un simple gesto de tu corazón de juventud, te hecho de menos. Me gustaría decirte al oído con la ayuda de mi amada oscuridad que jamás dejaré de quererte y que lucharía por tú amor hasta el último aliento, pero en fin tal vez sean divagaciones de una mente enferma, que desea amarte y abrazarte, para ti fui uno más, para mí la primera de este corazón maltrecho de un desdichado fracasado que se sentía feliz a tú lado.

Ahora de nuevo desde la lejanía como un desenterrado de su patria buscaré flores para regalarte y pedirte perdón por dejarte marchar. ¿Quizás nunca entiendas lo que sentí?, pero ahora nada ya tiene sentido por la tardanza de mis palabras. Ahora dejadme ser de nuevo aquel fiel amigo en que podéis confiar.

(Posdata: posibles cambios.)

martes, mayo 15, 2007

El reino de lo oscuro

Al caer la noche, en el más dantico de los silencios la bella luna baja a visitarme. Con su blanquecina luz abré ante mi las puertas del infierno.
Mi cuerpo se desvanece y libera el fruto de su espiritu, dejando así el humano cuerpo inmaduro. Me acerco con solemne paso a las puertas del reino oscuro. Apoyo las palmas de las manos en las puertas para abrir me paso, y el fuego del interior de estas hacen que mis uñas en negrescan hasta tomar el negro color de la ceniza muerta. Camino descalzo entre las sombras y observo los tres cometas que esperan al renacer de los días oscuros, al devolver de nuevo la vista al frente se posa ante mí un castillo de siniestro corte, y pese al temor mis pasos atraidos por un extraño hechizo se dirigen hacía él.
En la puerta me encuentro una extraña criatura vestida con tunica negra y capucha y sosteníendo en su mano derecha una larga y puntiaguda hoz, es la muerte, mí muerte que sabe que aun no es mí final, pero pese a esto me invita a entrar al lúgubre baluarte.
Aparece ante mí un largo pasillo, adornado con estatuas de arte y una larga alfombra de color carne. Observo con sutileza cada obra que recuerda a la condenación humana y los males provocados por esta, se mueven, ¡no son obras de arte sino almas atormentadas! que un día pertenecieron a cuerpos de hombres y ahora son simple adorno, mi rostro se convierte en una mueca de gozo ya que siento la simpatía del artista que culmina su obra.
Entre las estatuas aprecio una puerta de madera muerta que me conduce a una sala, donde el rey de los infiernos espera mí visita. Decido entrar y camino hacía él sin temor ni pausa. La corte de esqueletos ancianos y espantosos demonios se arrodillan ante la presencia del altísimo.

Él se levanta de su elegante trono y abre sus brazos, como un padre que recibe de nuevo la visita de su hijo amado, y yo acepto su gesto cordial abrazándole, él evoca unas palabras en mi, tentándome una vez más al pecado y a la condenación del Dios arrogante que evoco en mí la desgracia de un hijo herido de amor. Entonces, me desprendo de sus brazos y no acepto aquello que él me otorga, ni lo que mí Dios me otorga, soy un espíritu libre y pertenezco a mí libertad, esa es mi única condena, el bien o el mal pertenece a los hombres no a fuerzas del más allá, por eso hermanos, camaradas, sed libres y llorad, reíd, gozad, sufrid, porque solo el consuelo de Dios o de Satán os condenaran y os enjaularan, en su mundo. No renunciéis al valor más importante de vuestras vidas la Libertad.

sábado, mayo 05, 2007

El reino de las drogas.

El humo de la pipa difuminaba la escena, sentados los cuerpos inertes respiraban el aire toxico y esencial de las drogas y entraban inquietos en un mundo de juegos y sueños proyectados en sus irritadas pupilas de sangre.
En aquel mundo donde lo imaginario de sus almas se entre cruzaba con lo real, las bestias comenzaban a coger forma y a bailar con el ritmo de la música, poseídas por un extraño hechizo hacían que los hombres y mujeres sonriesen con muecas siniestras, como si estuvieran presenciando una danza satánica que les mostraran el mismísimo infierno y eso no les importara. Sumidos en reflexiones profundas la extensión más pequeña se hacía eterna y cualquiera de los sentimientos de la desgracia humana insufrible, tanto el amor como el odio se hacían bastas cargas que provocaban una desgracia inigualable en el alma humana.
Las gotas de lluvia resonaban en el eco vació del cuerpo, el sol abrasaba la piel y la luna la oscurecía y congelaba.
Los ojos se envolvían en un aura especial que representaba como en un triste teatro, el afán de la siniestra droga por despertar la sinceridad del alma inocente y pura que les transportaba a un éxtasis carnal y diabólico. Eran llevados hasta la cumbre del Olimpo para deleitarse de la compañía de los dioses y de su iluminación, para luego ser despojados de toda luz divina y encerrados como animales en jaulas frías y grises sin remedio alguno, desvelando así sus debilidades tras la luz de un nuevo amanecer. Poco a poco sus almas atormentadas vuelven a claudicarse dentro de sus cuerpos, y el frío color de luna desaparece dejando así una sombra latente de muerte en sus ojos de sangre. El cuerpo reacciona a los estímulos inútiles de un celebro agotado por el frenesí de la droga, los ojos deslumbran el horizonte de lo real y como un oscuro sueño de cuna vuelve el noble despertar del espíritu prisionero de un cuerpo ridículo.

Dedicado a L.A.u.K.k.A.(es posible que haga modificaciones)