Buscar este blog

lunes, junio 11, 2007

La confesión

Termino y nunca más sera lo que fue, mi amor por ti, igual que la juventud me abandono dejando a su paso resquicios de un pasado más glorioso. Ame y no volvera a amar igual, porque en estos ojos intranquilos y cansados la espiritualidad de tu alma acabo, dejandome ver a la luz del sol lo que en la ciega luna de abril no me dejastes ver. Salieron pues a relucir esos rasgos que me hicieron enamorame de ti y que ante ojos de Dios te hacen mortal, dejando que los poetas desvordasen su imaginación con tu sonreir y tú largo pelo negro, haciendote única entre las mujeres de mi corazón.
Se que me equivoque y fui arrogante, pero es porque la trivialidad de mi espiritu es ensaltar lo noble y bello, como el amor que tú hicistes regresar a mi morada para que luego la inocencia de mis palabras y mi alma timida te rogase que te llevaras aquel amor no correspondido con la misma pasión.

Ahora en silencio, sigo el velatorio del amor muerto y en mis ojos se decantan por la presencía de una lagrima, deseando que aquello que te separo mí jamás hubiera sucedido. Por eso antes de la larga despedida, quisiera pedirte perdon por no cumplir mi promesa de no dejarte escapar con mí corazón.