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domingo, enero 25, 2009

Oscura y triste soledad.

Cuantas palabras esconde mi mente, que jamás te dire, cuantas noches te buscaré sin hallarte en mi cama y el frió invierno penetrara en mi piel, sin encontrar resistencia del calor que perdí al amarte.
Cuantos recuerdos encerrados en mis cuencas, que deseo olvidar, pues al saber que ya no me quieres no me queda nada, porque aposte hasta el último real de mi alma por ti y ahora ya no estas junto a mi, pues caiga la desgracia sobre este corazón solitario que ni los bellos astros de Apolo podran iluminar jamás, esa es la condena del ser humano que cree que algún día no se sentira solo, ingenuamente, porque la naturaleza de este cuerpo invita a pensar lo contrario.
Ya es todo oscuridad, no queda sombra, ni luz en el avismo, ni para iluminar ha este cuerpo ciego que anda de lar en lar sin encontrar compasión por el resto de los que un día fueran sus iguales.
Aquel hombre que un día lleno sus sueños con el marrón de tus ojos ya a muerto y golpes de pala el odio, el rencor y el dolor han marcado su despedida y el nacimiento de un fantasma que nunca volverá a dejar que vean su triste rostro, pues no desbistes ni debi coger el fruto perdido de tu Eden, porque la añoranza a matado al gran Sol, que ahora helado cae del cielo volviendose así una piedra más en mi camino.

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