Crujen en mi tempestades de pensamientos, provocando el caos de la oscuridad inerte, donde los sueños juegan a su antojo y las pesadillas recalan con dura ancla.
Allí habita mi oscuro pasajero, que nubla sus ideales hasta llegar a mi ser visto en vuestros ojos y que hata con un cordel mis manos y mis pies, pues yo soy su cárcel y yo su prisionero, pues él me otorga de su calor y yo de la frialdad de mis pensamientos, que en este mundo solo son reflejos borrosos en las ondas del mar, donde el cielo y las mareas se juntan.
¿Comó liberarme de este conjuro llamado vida?¿ Comó alcanzar la luz entre mi ser y mi yo? No hay respuesta que den motivo a mis preguntas, solo hay vida.
Pero esos hombres que triunfan en esta contagiosa enfermedad llamada sociedad, jamás hallaran tales preguntas, pues como perros fueron domesticados perdiendo su esencia, condenados a cadena perpetua con su guardía, que jamás verán el Sol brillar, solo destellos de un recuerdo que muere y agoniza, pues sus vidas solo serán camino a las puertas de un ataúd, mientras la mía en silencio cosecha su final pero dejando ver el Sol, dejando ver lo que amo y odio, pues mis manos darán rios de sangre, mi boca perderá todos sus dientes y mi pelo encontrará su propio invierno blanquezino, pero no desistiré encontrar la libertad con mis acciones de locura o iluminado.
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