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viernes, noviembre 04, 2011

Sombra del pasado.

No hay mayor dolor en mi alma que sentirme feliz, pese al tiempo que entierra el recuerdo de aquella sombra, de aquella enfermedad llamada olvido. Nutrida como cada año a los pies del frió invierno, de las gotas heladas de lágrimas de ángeles, que me recuerdan a tu alegre paso quebrado y al silencio de aquel corazón hueco de vida.
No, ya no recuerdo ni tu voz, ni el latido de ese corazón siempre cansado por la lucha contra la enfermedad ,que desde pequeño me hacía sentirme protegido, ni el tacto de tu mano agarrando la mía, pese a todo aún tu dulce perfume impregna mi nariz, tal vez por un capricho de mi cerebro o tal vez tu buen espíritu jamás me abandono, y por supuesto jamás he dejado de quererte.

No obstante, repito que ya no hay tantas lágrimas en mis ojos porque desde mi sinceridad soy feliz, aunque aún me apenen los días de tu muerte, te preguntarás por qué y la respuesta no será más obvia, amor, el amor que a vuelto a realzar mi ennegrecido corazón, por una mujer que borra con su sonrisa cualquier semblante oscuro de mi rostro. 

Sé que sabes que no te olvido, que siempre habrá una palabra en mi boca que será tuya, porque cuando alzo la vista al cielo sólo puedo decir: Te quiero mamá.

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