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domingo, octubre 16, 2011

El amor: Sombra y Luz

En la oscuridad del sepulcro donde la cruz marca el centro, un cementerio solitario adornado con guirnaldas donde descansa mi amor, donde duerme el vientre que me dio la vida entre polvo y telarañas, donde un día mis pasos desembocarán en el mar de almas que aprendieron a amar la eternidad del recuerdo.

No me causa temor divisar el cielo con nuevas esperanzas de que aquel descanso eterno donde los predicadores narran el amor de Dios exista realmente, un lugar donde el más alabado ángel de mi vida me espere aunque con la mayor tardanza del mundo, con ganas y anhelo de su brazos, pero con la fe cierta de una muerte lejana de esta mí vida.

Estas son las palabras que prometí escribir antes de tu muerte, en aquella hoja mal trecha que en mi habitación dejaste un día, de la cual nació este blog La eterna promesa,  ya que tus palabras no fueron otras que jamás dejará el amor por la escritura, y hoy seis años después de mi primer artículo, he de reconocer que este espacio infinito como mi amor por ti, me ha servido con gran diligencia para tranquilizar mi alma. Aquí yacen palabras de dolor y de amor de tiempos pasados y presentes, como descansaran futuras historias. Porque sí, la luz se postra en mi futuro como el amanecer de un nuevo día, el amor guía hoy mis días con la pasión de niño y con la ternura de una madre, y sí tenías razón con amor siempre todo es posible incluso que recordándote en mi palabra sea feliz.

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