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miércoles, febrero 14, 2007

Fragmente del Destierro. (Autor: Xavier Garrido Galmés)

La oscuridad de la habitación nos daba esa tierna confidencia. Mientras su cuerpo se hacía mío, y mis besos caminaban con paso firme a su jardín de amor, a su vez nuestros cuerpos bailaban, gozaban, como un necio borracho al cabo de un día de buena cosecha. El latir de nuestros corazones se disparaba, de tal modo que era equiparable a la mejor de las sinfonías. Mis oídos captaban de su boca el sonido de la vida que parecía un mar embravecido de pasión y afecto, a su vez el tacto de mí piel mundana y tosca se acariciaba con la más preciada tez del mundo oscuro y silencioso, de una noche que ya proclamaba a mi amada como emperatriz del cielo eterno, desbancando así a la mismísima Selena que después de miles de años de gloria parecía una gota de agua en el mar de mí amada.
Al llegar el nuevo día, recibí el canto sonoro de los pájaros que hablaba ya de la despedida. Entonces me levante para volver a la realidad de la vida, pero antes de retornar al infierno me gire para contemplar mí cielo y la besa con delicadeza por última vez sus labios carnosos, para que me sirvieran como aliento hasta la noche donde con el amparo de la oscuridad volvería a encontrar a mi cielo.

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