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martes, julio 15, 2008

Nacido con mala estrella

La lluvia caía sin cuartel entre la calles de la ciudad, él desapercibido de mi visita tomaba su café, entre el humo del negro liquido y su cigarrillo, la tormenta veraniega había sorprendido incluso a los devotos de la iglesia que salían ya de la primera misa de Santa Eulalia.
El hombre finiquito su deuda con el camarero y marchó por la calles que comunicaban dicha plaza con la legendaria muralla palmesana, tenia un caminar lento como si cogeara de una pierna y su barba que se dejaba caer en un pecho anciano que luchaba por respirar entre tanto vicio tabaquero.
Los nervios se entrelucian en mis pupilas y mi paso era rápida hacia mi primera presa sin saber yo falto de sigilo que ella ya me había observado, el chaqueton marrón que portaba con una distinción propia de un burgués acomodado me daba señas de desaparecer en una esquina, entonces cogí el arma con el brazo izquierdo pero la mantení lo suficientemente para que no sobresaliera de mi aduendo y corrí tras él para no perder la pista, al gira por la calle contigua observe como el hombre había desaparecido entre el empedrado de la calle y el noble puente que colgaba como una enredadera de un edificio a otro, mi cuello que había comenzado a latir con un pulso desproporcionado se tranquilizó, y al girar de nuevo sobre mis pasos me sorprendió un revolver que me apuntaba directamente entre ceja y ceja.
-¿ Por qué me seguís?- Su voz traslucía en una garganta negra y el mal aliento casi mi dejaba enmudecido.-Contestad, ¿por qué me seguís?-
- Yo no os sigo.- Contesté con nerviosismo. Pero mis ojos delatores fueron suficientemente para el anciano, para ver mis negras intenciones.
- Mentira, si sigo vivo es porque se cuando me siguen. Lo siento muchacho, espero que encuentres el perdón de Dios.-
Mis ojos se cerraron como para despertar de un terrible sueño o quizás para prepararse para el sueño eterno. Sonó un disparo, claro y preciso, la camiseta manchada del rojo de sangre se había resquebrajado por donde había entrado la bala, él hombre cayó de rodillas mientras mi arma aun suspira el humo del tiro certero que me había salvado la vida.
Mi cuerpo empezó a temblar nunca había matado a un hombre con sangre fría lance el arma, y comencé a caminar como una sombra hacía otro lugar antes de llegar a la esquina oí un grito y empecé a correr como si mis pasos fueran la negación a la acción ya cometida.
Llegué entre mis pensamientos de locura a la gran posesión que durante los últimos días había sido mi cautiverio y a la vez como un preso falto de libertad mi hogar. Rafael me estaba esperando en la terraza que daba a la vista a los campos de la gran posesión tranquilo tomaba como un bretón su té de cada mañana.
-¿Lo has hecho?- me preguntó mientras removía con desazón el té.
-Sí.- Aunque mí alma era incapaz de reconocer tal cometido realizado mis ojos no traicionaban a la verdad y mi voz aun menos.
-¿ Como a sido?-Mi voz no dignaba a describir tal escena.- Bueno eso da igual ya, si esta bien hecho. Retira te a descansar, la primera vez siempre es difícil.-
Un hombre de mediana estatura apareció en la escena.
-Rafael, su aprendiz a dejado esto en el lugar del crimen.- El hombre desabrocho uno de los botones de su chaqueta que daba a un gran bolsillo de una larga y marrón gabadardina, sacando de ella mi arma. Rafael casi sin elevar la mirada al nuevo invitado cogió el arma y me la dio.-Toma llevatela ya sabes las reglas.-
-Si no mató, me mató.- Mi voz afirmo para mis adentros.
Entre en mi alcoba donde una antigua mesita de noche sostenía una lampara de gas de aquellas que usaban a principio del siglo XX, me tumbe en la cama y deje que el día pasase para darle lugar a la noche.
Ya entrada la noche abandone la alcoba y baje de nuevo al piso de abajo las escaleras de mármol ya estaba enegrecidas por la loción del tiempo y la barandilla necesitaba una buena capa de pintura, al bajar me encontré de nuevo al hombre que había presenciado el asesinato y que acto después había recogido mi arma.
De pelo color azabache y barba a medio recortar, observaba con templetud las estrellas mientras encendía un cigarrillo.
-Buenas noches. ¿Has descansado?-
-No.- Contesté.
-Normal, como dice el señor siempre la primera vez es difícil. Pero te recuerdo que no es la primera vez o tú no eres el mismo Jericó que mató a sangre fría a un guardia civil.-
-No es lo mismo.- Conteste, el hombre que detonó el mal estar por aquella afirmación, ágil pero no incauto como un gato, prosiguió con la conversación.
-Me llamó, bueno me llaman Ojosnegros. Viene como puedes ver por lo grandes que son mis pupilas y las negras que son.-

-¿El qué no fue lo mismo, la muerte de aquel guardia civil? Acaso no era el mismo espíritu lo que te empuja ahora sobrevivir.-
Ciertamente tenía razón, pero la muerte de aquel mal parido fue por el asesinato de un inocente, de un amigo y no era comparable con la atrocidad que había realizado horas atrás.
-No fue lo mismo.- Mi miraba no quitaba su visión del suelo manchado de barro.
Ojosnegros, me miró y observo en mis ojos aquella mirada de locura que suelen tener los pensamientos.-¿ Quiere uno?- Sacó un cigarrillo de una vieja caja de acero donde cada cigarro tenia su lugar marcado.
-No suelo fumar, pero vale.- Agarré el cigarrillo y Ojosnegros me ofreció una cerilla encendida para el comienzo del humo toxico que comenzaba a prender en mis pulmones.
-¿ Ha que se dedicaba antes?-
- Era astillero, pero desde muy pequeño escribo pequeñas narraciones aunque nunca he tenido existo.-
El sicario de Don Rafael sonrió-Así que escritor, pues buena historia tendrá si sale de esta.-
-Hagame caso ni de la mente más perversa puede salir una historia tan extraña.- Metí de nuevo una calada al cigarro dejándolo a medio acabar.-¿Usted a que se dedicaba antes?-
-¿Yo?, siempre hecho lo mismo.- Su mirada se perdió en aposentando se en algún lugar del jardín que ya había sido cubierto por la oscuridad de una noche tranquila y húmeda la propia después de la tormenta.
-¿Lo mismo, qué es lo mismo?-
-Nada, digamos que nací con mala estrella.- Ojosnegros lanzó el cigarro y dejo que en sus pulmones le provocaran una buena tos.- Bueno, un placer me voy a la cama, intente descansar mañana será otro día.-

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