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lunes, julio 21, 2008

Un recuerdo entre sueños

El sueño y el cansancio por fin me concedieron un pequeño respiro y caí en las sombras confusas de la conciencia, entrando en aquel trance donde las imagenes se crean para luego desvelar medias verdades.
Mi cuerpo de nuevo sintió la seca soga en mis muñecas y todo el peso que se dejaba caer de mi cuerpo sobre ellas, entre las sombras de aquella habitación de tortura la voz de un anciano ya conocida.
-¿Donde esta la chica? ¡Contesta!-
-No lo se.-
El hombre desveló su cara que para mi sorpresa era aquel anciano que mi arma había mandado con un suspiro de muerte a donde las almas descansan.
Otra voz pero esta vez femenina daba vueltas en mi cabeza diciendo me que resistiera a toda tortura y mi cuerpo volviéndose fortaleza y inapelable le hacía caso sin querer contestar a una verdad tal vez oculta en el olvido. De nuevo estaba allí aquella bella muchacha que rezaba para apaliar mi sufrimiento.
Entre las sombras del sueño también apareció el cadáver de un hombre que pude reconocer, era Lluís que desangrado me miraba mostrándome mi debilidad y mi parte más humana.
La soga se debilito y dejando me libre de mis ataduras pude progresar hasta un pasillo donde la memoria solo concedía la visión de dos cuerpos uno de ellos el anciano y otro oculto que hablaban, la voz del otro hombre también era conocida por mis oídos pero el recuerdo sabio y traidor no me dejaba esbrinar su rostro con la mirada, asi que me acerque más pero la distancia de los sueños siempre es infinita cuando la memoria perezosa no goza recordar.
El gallo ya cantaba y mis ojos abriéndose presenciaron el nuevo amanecer de un nuevo día. Mi cuerpo sudando tal vez de terror o de confusión había dejado la vieja cama mojada del olor salado de la misma sudor que rodea mi cuerpo, en el escritorio había ropa limpia y una nota que ponía:
''Bañase y cámbiese, nos vemos a las dos de la tarde en el gran hotel, Ojosnegros será su chofer cuando este preparado dígaselo.''
Firmado Rafael.
Así que agarré la ropa y baje por las escaleras en ellas una gran ventana que desvelaba con el la luz solar la entrada principal donde un coche estaba a la espera y Ojosnegros apoyado en el capo fumaba tranquilamente un cigarrillo, el día era perfecto sin nubes en el horizonte lo único que era de queja era el fuerte viento que soplaba de tramuntana al cual ya estaba acostumbrado al ser un isleño más. En la planta baja encontré un gran baño de suelo de mármol y una bañera parecida a la de los hoteles que ya bordeaba de humo un agua caliente que alguien ya había introducido antes de mi, para agilizar mi limpieza.
Por fin limpio salí del baño con dirección a la entrada principal, mientras el reloj de la sala sonaba alertando de que ya eran la una y media y Ojosnegros dentro del coche ya con el motor encendido en espera mientras yo bajaba los cuatro peldaños de la entrada principal y entraba en el coche.

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