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miércoles, junio 18, 2008

Dios Luna

La luna diosa de plata punteaba el horizonte y sus rayos penetraban el mar llegando hasta la costa. Los isleños gentes de viejas costumbre y apasionados del mal vivir de las drogas y el alcohol celebraban al a sosiego de la arena el antiguo rito de la celebración santa de Sant Joan, pero mis ojos necios en la oscuridad se sorprendieron al ver entre las aguas un cuerpo que flotaba a la derriba, tal vez el humo surgiente de mi garganta resacosa me cegaba y procuraba tal visión.
Me dirigí al mar con paso seguro el griterío de la gente contrastaba con el clamor de la olas casi enmudecido, mis pies notaban ya las primeras gotas saladas entre mis dedos y mi cuerpo se rindió al frió, combatí contra la espuma de las olas por la fascinación de la imagen que ocupaba mis ojos.

La costa ya quedaba atrás y el algarabía sonaba incesante en el horizonte terrenal, el silencio del mar complacía mis oídos y la sal rodeaba mis labios con un beso de sirena, entonces en la embriagadez marina ilusoria un cuerpo de mujer destaco en mi mirada, de cabello lacio y moreno y piel blanca como luz de luna, pese a mi no creencia hubiera jurado que era la Virgen que asomaba en las aguas de mi vida. Al verme, ella me sonrió y yo con la cara desbocada al ver tal belleza no reaccione, mi cuerpo se vio absorbido por las olas pues el dios Neptuno presenciaba me ausencia de la mar alejándome de tal fantasía note de nuevo la tierra áspera de la playa, el sol ya asomaba incesante en su paso entre las viejas montañas de la Tramuntana, y mi ser se batía una pregunta quien era ella y porque desde ese momento la amaba.

Desde aquel día, ahora ya viejo, no he podido volverla a encontrar bajo ninguna marea de mis envejecidos ojos, la hecho tanto de menos, aunque aquella imagen aun resurja como una noble isla en mis retinas.

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