Buscar este blog

martes, junio 17, 2008

La última carta de Werther

Amigo te mandó esta última carta, para mostrarte lo que tus ojos solo han podido leer, pues bien sabes mis historias ya que te las ido narrando durante este largo tiempo que he amparado mi amor lejos de casa para encontrar de nuevo la desgracia de la señora realidad.
Precisaré pronto tú presencia porque mis desvaríos han ido haciéndose más y más intensos como el amor que siento, pero de buena casa me enseñaron que aveces el idealismo del sentimiento tiene que abolir se por el hecho de la razón y la negación, y a sabiendas que este no va ser posible pretendo dar un largo viaje si retorno en busca de paz. Ya he mandado a mi sirviente preparar todo para tan gran hazaña aunque tal vez mis evocados sentimientos vayan allí conmigo.
Se que durante este largo tiempo te has preocupado por mí innecesariamente y tal vez esta carta te llegué ya muy tarde, pero no deseo ser como el animal herido que huye y necesito explicar al son de mis letras lo que siento.
Sabes que este bello paraje alemán he encontrado a la sirena de mi barco, y pese al intento negado de luchar contra olas y corriente por el bien de mi salud física y mental no he podido, porque la amo y jamás podré pudrir este sentimiento que presiona mi mente con el cantar que engaño a los hombres de Ulíses, y aunque ella me ame sabe que debe cumplir la palabra de su familia y casarse con el hombre que conquisto antes su corazón que yo que solo soy un pasajero más en su dulce vida, temo no olvidarla y eso es lo que me aterra, aveces por la mañana o a luz de la aurora y pido a Dios que me de su gracia en voluntad para luchar contra el deseo mortal que es el amor, pero si este existe yo no he hallado respuesta alguna, no te preocupes por mucho que mis lágrimas mojen y emborren este último manuscrito que no pretende tener la perfección licita de los demás porque pese que tengo mucho que contar no encuentro la manera de traspasar los aforismos de mi mente, y intentaré escribir con la máxima brevedad posible.
Pues pese a mis intentos por conducir mis andares hacia lo racional todos han sido en vano y pretengo realizar una última hazaña tanto de valentía como cobardía, esta tarde al silencio escaso de una habitación a media luz recibiré las pistolas de manos de su captor y precisare dos balas para el trágico final de mi obra, adiós amigo, adiós.