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domingo, junio 15, 2008

Pensamiento de una tarde.

Quiebra en mi, las voces de los hombres y no más puro que el silencio que escucho, en rincones asustado entre tanta desgracia ajena evito recordar la propia, pues la sociedad que me encadena como una bestia acomodada en su jaula cierne sobre mi su propia cordura, soy distinto como todos y a la vez igual que ellos y ciertamente no encuentro motivo alguno para aliviar tantos pensamientos que bloquean la pureza de mi alma, sin querer entender lo que estoy condenado a entender que soy hombre tan solo eso, y pese a mis alturiosas* fantasías no dejaré jamás de ser humano y como con siguiente imperfecto.
Una pregunta se desvela entre tanta lágrima viva, sin saber la respuesta. Aturdido y sin reparo mi cuerpo envejecerá hasta envolver el sonido hueco de una fosa de huesos, entonces quizás en la tierra del padre mi pregunta encontrará su respuesta, pero es incesante tan larga espera.
Tendré entonces que aprender a vivir como ellos, sin preocupaciones inmortales y entrar en su sucio juego de prejuicios ya que los hombres solo considera que lo bueno es lo que tiene y lo que alcanza y nada más.
No puedo seguir con una vida que avista el faro más cercano en el cinismo de un final natural y pretendo saber que es eso que no logró entender como puedo amar, como puedo llorar, sin derramar alarido como un viejo joven, que ya aprendido a callar y a escuchar y aceptar tan desagradable prestaciones.
Vivarachos, mis pocos lectores encontrarán en este escrito tan solo en civismo que ellos le quieran otorgar, tal vez me tachen de loco y de un incomprendido de la sociedad, pero es cierto que eso a mi no me concierne, pues solo escribo la intransigentes imagenes que mi mente corrompe en mi ser.

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